lunes, 25 de enero de 2016

El resurgir de Alba






Alba era para Andrés lo que un intérprete es a un compositor. Comprendía con exactitud matemática los cambios que se producían en el estado de ánimo de él y podía descifrar la melodía que manaba de su alma leyéndola, como si de una partitura musical se tratase. Siempre conseguía conjugar su cambiante tempo, ya fuese este piano, andante, allegro o prestissimo; aunque fuese tan inestable que, a veces, resultase casi imposible de seguir. 
Después de tantos años había comprendido tan profundamente el ritmo cíclico de su violenta sinfonía, que ya era capaz de rellenar los angustiosos silencios y las eternas ausencias de él con pasajes viejos de amor y recuerdos.