En las ciudades no lo apreciáis. Seguramente nunca escucháis campanas porque casi nunca nadie tiene torres de iglesias cerca, o porque aunque haya campanarios no suelen tocar, a no ser que haya fiesta o jolgorio, y entonces, más que tañer, repican.
Pero en los pueblos, sobre todo en pueblos pequeños como el mío, los distintos sonidos y las variadas cadencias de los sagrados cencerros, son como una red social macabra que, sobre todo, informa a los parroquianos de desgracias, en especial de decesos.
Yo estoy acostumbrado a escuchar sus sones igual que los pájaros de la vega de Castellar están acostumbrados a las palmadas que dan los hortelanos para espantarlos cuando picotean los frutos en las huertas, es decir hago caso omiso de sus tañidos, porque estoy demasiado acostumbrado a oírlos.
Sí, sé que esa cadencia lenta y bronca, que cual neblina espesa y plomiza impregna de tristeza la villa, es siempre señal inequívoca de otro deceso reciente, una tétrica letanía de la última muerte anunciada.
Pero no suelo preguntar nunca por quien redoblan las campanas; me sobrecoge la muerte y, por eso, no quiero saber quien nos dejo en las ultimas horas.
Pero hoy, quizas por ocupar un silencio incómodo en una conversación casual en la calle, o por querer sentirme más próximo y locuaz con un amigo, departiendo con él en una esquina, pregunté: oye, "están tocando a muerto" quien ha sido? Y cuando el interpelado me responde ha sido fulanito... me quedo paralizado, petrificado, roto.
Ha sido fulanito?
Por Dios, no, él no.
Cómo es que él ha muerto? no puede ser, yo no sabía que estaba enfermo. Si sabia que estaba, como dicimos aquí, delicado. Eso lo sabía. Pero que ha muerto hoy... no!!!, por dios, no puedo creerlo.
Juro que a partir de ahora, aunque nunca antes lo había hecho ni me había interesado, leere las esquelas mortuorias que pegan con celo en los cristales de la puerta del estanco de abajo, siempre antes de que suene el triste tañido de las campanas. He obviado sus tristes tañidos demasiado tiempo.
Y quizas, la próxima vez, me toque la tristeza que pregonan mucho mas de cerca aún.