miércoles, 16 de julio de 2014

Desaparecido en Lyon.

Breve fragmento del segundo capítulo de DESAPARECIDO EN LYON (novela).

Arturo tendría unos cincuenta años de edad. Su mirada profunda, y el brillo especial de sus expresivos ojos azules, hacían que pareciera mucho más joven.
Exceptuando su pelo, que ahora era cano y escaso, a Adela le pareció que no habían pasado los años por él. Además, estaba mucho más delgado, lo que le hacía parecer más alto. 
Vestía una magnífica camisa de seda blanca, seguramente hecha a medida a juzgar por lo bien que le quedaba, adornada con un par de bonitos gemelos de oro con pequeños granates engastados y un sujeta corbatas a juego, con un águila dorada en el centro, que lucía imponente sobre una magnífica corbata de raso negro surcada por finas líneas multicolores. E iba enfundado en un caro y flamante traje de color gris marengo de suave paño de primerísima calidad.
Arturo se acercó a ella sonriente y la abrazó. Hacía unos minutos que Adela había llegado a la cafetería del aeropuerto. Lo esperaba nerviosa, deseando subir cuanto antes al Airbus que debía llevarlos a Lyon.


-Hola Adela, ¿Cómo éstas?... Perdona el retraso, tuve que pasar por la oficina para dejar resueltos un par de asuntos.-
-Oh claro…, no importa…, falta más de una hora para que salga nuestro vuelo, tenemos tiempo más que suficiente para embarcar.
-Me alegra volver a verte… lamento que tenga que ser en estas circunstancias…
-Siento haberte involucrado en ésta historia, Arturo, pero… no tenía nadie más a quien recurrir.
-No tienes que excusarte Adela. No iba a dejar que fueras sola a Lyon. Además,tu marido y yo somos amigos desde hace mucho tiempo…  
-Si, es verdad. Es que estoy muy preocupada. Esperaba que tú pudieras explicarme lo que está sucediendo, por eso te llamé anoche. Me puse muy nerviosa, no sabía qué hacer. Seguramente todo es un mal entendido, pero no puedo quedarme aquí esperándolo, él me necesita, sino no me habría mandado ese mensaje.
-Sí, lo entiendo… y tranquila… seguro que todo tiene una explicación. Probablemente él ya está viajando hacia aquí. Quizás deberíamos esperar un poco más antes de salir en su busca, incluso es posible que nos crucemos con él en el camino, pero sé que no estás dispuesta a quedarte aquí sentada hasta que llame o aparezca, así que, no se hable más, nos vamos a Lyon.
Por cierto hace un rato he vuelto a marcar su número y sigue apagado o fuera de cobertura.
-Sí, así es, yo tampoco he dejado de insistir. Es extraño. Si se le hubiera extraviado, o averiado, con toda seguridad me habría telefoneado desde el hotel, o desde cualquier cabina telefónica, para decírmelo. No, no se trata de eso Arturo, realmente creo que Mario se encuentra en apuros.
-No sé qué decir Adela….
-Además, tengo la impresión de que lo envió antes incluso de terminar de escribirlo, porque la última palabra está incompleta. Mira, trascribí el mensaje a ésta nota de papel.
-Déjame ver…  “28B.Belgas. Te quiero Eli. Ten cuid”
-Es extraño, realmente no dice mucho, y sí, la última palabra está incompleta, aunque es evidente que pretendió escribir fue ¡ten cuidado! Pero… ¿De qué tendrías que cuidarte?, ¿ten cuidado de qué?...  ¿o de quién?... y qué puede significar “28b.belgas?”. 
Hmm… déjame pensar… parece una dirección, los franceses, a diferencia de nosotros, escriben el número antes que la calle. Podría ser… el número veintiocho de Boulevard des Belges.
Si, podría ser, el Boulevand des Belges es una gran avenida de Lyon. Está al lado del jardín botánico de la Cabeza de Oro, este es el parque más grande de Lyon, y creo incluso que de Francia. Su nombre proviene de una tradición, según la cual un tesoro, más concretamente una cabeza de un Cristo, esculpida en oro macizo, habría sido enterrada allí.
-¿Cómo sabes eso? ¿conoces Lyon?
-Sí, me concedieron una beca Erasmus durante el segundo año de carrera, en la Universidad Jean Monnet. Viví durante nueve meses en la residencia La Cotonne, en Saint Etienne, muy cerca de Lyon.
-Ahh, vaya, mucho mejor. Qué casualidad. Entonces hablas francés ¿no?
-Sí bueno, hace mucho tiempo que no lo practico, pero seguro que no tendré ningún problema para entenderme con los franceses. Y supongo que aún seré capaz de moverme con cierta soltura por Lyon, solíamos ir mucho a esa ciudad, ya sabes, a divertirnos, a tomar unas copas... 
- Me alegra oírte decir eso. ¿Entonces puede que se trate de la dirección del hotel en el que Mario estaba alojado?
- No, no. Él estaba en el Mercure Lyon Wilson, en la rue Mazenod, puedo asegurarlo porque yo mismo hice la reserva. Pero, ahora que lo pienso, el hotel tampoco está muy lejos de Le Parc de la Tête d’Or.
Espera, salgamos de dudas, comprobaremos exactamente qué hay en esa dirección del bulevar de los belgas, llamaré a la oficina para que alguien haga averiguaciones al respecto. Un segundo…
¿Sí…?, Hola María. Soy Arturo. Hazme el favor de escribir una dirección en google, a ver qué aparece... si, escribe 28 Boulevard des Belges.
Ok, espero… (  ),
Ah…, está bien. Gracias. Nada más. Hasta luego María.
Mira Adela, según parece, la dirección corresponde a un Museo de Historia Natural, concretamente al Acuarium Musée Guimet. Ahora tenemos claro lo que significa ésta parte del mensaje.
-Pero… ¿qué tiene que ver Mario con ese museo?
-¿En qué estaba trabajando mi marido?... Si es que puedes darme esa información. Por supuesto ya sé que tenéis prohibido hablar de estas cosas, pero… dadas las circunstancias… creo que podrías hacer una excepción.
-Bueno, verás, solo puedo decirte al respecto que Mario debía entrevistarse en Lyon con un importante activista de la organización Greenpeace que debía aportarnos información y ciertas pruebas cruciales para documentar un procedimiento de justicia internacional que estamos a punto de iniciar. Pero no sé quién es esa persona, ni donde tendría lugar la entrevista. De veras, solo sé que debía celebrarse en secreto el miércoles pasado, o el jueves a más tardar. Por eso tu marido tenía el billete de vuelta para ayer viernes, debía tomar un vuelo en el aeropuerto de Saint Exupéry a las siete de la mañana. Tenía prevista su llegada a Sevilla hacia las doce del medio día.
Supongo que, antes de nada, habría pasado por la oficina para informar de su gestión. Y, en circunstancias normales, habría estado en vuestra casa a media tarde.
Al no presentarse imaginé que habría decidido invertir el orden y que seguramente pasaría por la oficina hoy. Cuando me llamaste, me alarmé, no quise comentarte nada hasta que tuviera alguna información más, pero creo que debes saberlo, después de hablar contigo llamé al hotel Mercure, y la recepcionista me aseguró que Mario dejó la habitación el miércoles a medio día. Luego llamé a la compañía con la que debía haber volado, ellos me aseguraron que no se había recibido ninguna petición de cambio de hora, o de fecha, o de cancelación de la reserva correspondiente a ese billete, y que, aunque efectivamente seguía figurando en la lista de pasajeros que debían embarcar ayer mañana en el vuelo IB334, no se había ocupado dicha plaza. Ni tampoco figuraba esa identidad en ningún otro vuelo. También hice averiguaciones en otras cinco o seis compañías que tienen vuelos regulares Madrid-Lyon, pero no figuraba en ninguna de sus listas de embarque. Así es que no sé nada de tu marido desde el martes, cuando me llamó desde aquí mismo minutos antes de partir para Lyon, entonces todo parecía seguía su curso con normalidad.
La verdad es que no imagino que haya podido sucederle, por eso me ofrecí a acompañarte. Anoche no te conté nada de esto cuando volvimos a hablar para confirmar la reserva del vuelo porque no quería preocuparte, pero ahora creo que es mejor que sepas todo esto.
-¡No es posible!
-¿Qué no es posible? ¿A qué te refieres?
 -¿Me estás diciendo que él sabía que regresaría ayer a casa?...
-Si
-Pero, a mí me dijo que serían al menos un par de semanas. ¿Por qué iba a mentirme?, no tenía porque hacerlo… Bueno, estábamos atravesando un mal momento en nuestra relación… él ha estado muy raro últimamente, pero nunca pensé que… -
-Bueno, no te martirices, insisto en que Mario debe tener una buena razón para actuar así, puede que pensara que iba a necesitar hacer más averiguaciones, que necesitaría más tiempo para conseguir la información que fue a buscar.
-No, eso no tiene sentido, si hubiera supuesto que iba a quedarse más tiempo te lo habría comentado… a ti al menos te lo hubiera dicho.
-Adela, tú sabes que nuestro trabajo es… especial, digámoslo así. Nosotros disponemos de total autonomía en la gestión. No tenemos que cumplir horarios. Podemos ir o venir, hacer o deshacer. Tenemos total flexibilidad para planificar el trabajo a nuestro antojo. Disponemos de autorización para utilizar cuantos medios creamos necesarios, sin reparar demasiado en gastos. En realidad, a nosotros solo nos piden soluciones, resultados…, victorias.
Estamos… obligados, por así decirlo, a concluir favorablemente el noventa y nueve por ciento de los casos que se nos encomiendan, y la mayoría de las veces debemos actuar más como detectives privados que como abogados.
-Sí, sí, lo sé, por supuesto, y nunca tuve problemas con eso. No me importa que Mario deba desaparecer de vez en cuando para hacer su trabajo. Que tenga que ir o venir sin dar cuentas de ello. Yo no pido explicaciones, nunca las pedí, porque a cambio puedo pasar más tiempo con él.    
Lo único que digo es que, si pensaba, como así parece, que su estancia en Lyon iba a prolongarse, tú deberías saberlo, porque supongo que sería normal que hubierais hablado de ello. En algún momento tuvisteis que decidir la fecha de regreso para formalizar la reserva con la compañía aérea. Antes me has dicho que tú personalmente te encargaste de esa gestión. Eres su compañero y su jefe, a ti no te ocultaría nada que tuviera que ver con su misión en Lyon.
-Tienes razón Adela. Pero yo solo intento explicarte que estoy convencido de que Mario tiene una buena razón para hacer lo que quiera que esté haciendo. También estoy preocupado, como tú, por supuesto, ya son demasiadas cosas las que no cuadran en ésta historia.
Me pregunto por qué dejaría el hotel el miércoles a medio día. También he comprobado que él último cargo que se produjo en su tarjeta de crédito de empresa corresponde a la factura de cargo del Hotel Mercure. No hay ningún otro cargo posterior. Ni reintegros en cajeros de banco, ni nada de nada.
Es de suponer que se habrá instalado en otro hotel. Por si acaso he dejado instrucciones en la oficina, para que comprueben si se produce algún movimiento en esa tarjeta. De ser así, lo sabríamos inmediatamente y podríamos saber dónde se encuentra aproximadamente.
-Muy bien pensado Arturo. Pero lo que más me preocupa ahora es el mensaje. Aunque Mario siga en Lyon. Aunque esté alojado en otro hotel. Aunque no haya utilizado esa tarjeta de crédito. Pero ¿por qué me envió ese mensaje?. Y, sobre todo ¿qué diablos significan esos nombres y números?...¡Puede estar en peligro!
¿Sabes? Creo que, pensándolo bien, deberíamos llamar a la policía para denunciar su desaparición.-
-Adela, tranquilízate, creo que es mejor esperar hasta mañana. De todas formas la policía nos dirá que volvamos a llamarles cuando hayan transcurrido más de 72 horas. Es lo normal en éstos casos.
-De acuerdo, de acuerdo, tienes razón Arturo.
Ahora Deberíamos ir hacia el mostrador de facturación Adela, son ya las diez y cinco, y nuestro vuelo sale en apenas cuarenta minutos.

A la hora prevista el avión despegó con rumbo a Lyon. Adela no estaba a acostumbrada a volar, evitaba hacerlo porque padecía de cierto grado de claustrofobia, así que cerró los ojos y tensionó fuertemente todos los músculos de su cuerpo hasta que el aparato dejó de rodar por la pista y comenzó a elevarse en el aire. 
...///...
Autor: Dimas Luis Berzosa Guillén.



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