miércoles, 7 de agosto de 2019

CIENCIAS, LETRAS... Y OTRAS AVENTURAS


UNA SEPARACIÓN DOLOROSA

Había dejado de llover por fin, pero seguía soplando el insistente y embravecido viento que, como cada mañana durante el recién estrenado mes de enero, sacudía sin cesar a las cientos de palmeras que jalonan el paseo marítimo, jugando a romper paraguas, robar sombreros y arremolinar abrigos de indefensos transeúntes.
Alberto luchaba contra aquel aire molesto, apartando de sus ojos a duras penas su logro más preciado, el largo flequillo de color fucsia que tantas discusiones con su padre le había ocasionado y del que él tan orgulloso se sentía. Mientras miraba cómo el taxista se devanaba los sesos intentando acoplar todas aquellas maletas en el portaequipajes de su auto.
Sintió frío, e inmediatamente pensó que debía proponerse muy en serio obedecer más a su madre. Ella, como siempre, tenía razón cuando hacía unos minutos le había recomendado que se abrigase bien para salir, pero una vez más él había hecho caso omiso de sus consejos y ahora, en pijama y zapatillas, lo lamentaba tiritando en la puerta del chalet, deseando que su padre se despidiese al fin para así poder volver a entrar en casa y sentarse junto al fuego de la chimenea.
Ángela y León acababan de divorciarse, por eso Alberto se sentía fatal. Comprendía que ya no vivirían más los tres juntos en aquella bonita casa junto a la playa y le entristecía pensar que todo iba a cambiar en su vida.