Para ciencia la paciencia.
¡Que hasta los ciegos
le profieren reverencia!
Excelsa virtud de tu existencia,
si en ti surgió por experiencia
ella te hizo tolerante y te dio elocuencia.
Pero si te fue donada por herencia:
¡maldita sea la injerencia!
El gen debió anular su preferencia
y a buen seguro constriño tu diligencia,
pues, cuanto más tienes de aquella
menos tendrás de esta.
¡Ay! de aquel que no la tenga.
¡Desdichado!, ¡Pobrecito!,
el que de tal virtud carezca.
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